Maribel Andrés Llamero. Foto: Eduardo Nuca.

Maribel Andrés Llamero. Foto: Eduardo Nuca.

Poesía

'80.000 soldados de terracota', el llanto poético a la figura del padre

Maribel Andrés Llamero regresa con su poemario más personal y confesional, un canto vitalista y estremecedor a la muerte. 

5 mayo, 2024 02:47

Maribel Andrés Llamero (Salamanca, 1984) se dio a conocer con Autobús de Fermoselle, premio Hiperión. Los inútiles inauguró la colección Isla Elefante y este inicia otra dentro del mismo sello: Endurance (Resistencia), como el rompehielos de Shackleton.

Podría decirse que ella también lleva a cabo su particular expedición al Polo Sur, y tampoco termina bien. Su viaje, la enfermedad y muerte de su padre (“Todo fue y será siempre para ti, papá”), tema único del volumen, el más extenso de los suyos, aunque lo que prime aquí, por encima de otra cosa, sea el inmenso amor de una hija por su progenitor: “toda tu ternura por herencia”. “La armonía del afecto”. “La vida emocionada”. “Quién me podrá amar como tú hiciste”.

80.000 soldados de terracota

Maribel Andrés Llamero

Isla Elefante, 2024. 170 páginas. 15€

Para abordar esa pérdida opta por un tono directo y testimonial, dialogado y casi prosaico, adherido a la realidad y sus penosas circunstancias. Literatura, la justa. Si de metáforas hablamos, “la bestia” (el cáncer), “el verdugo”, “la noche”, “la sombra”…
Desde el descubrimiento del mal hasta los episodios posteriores al deceso, la hija anota cuanto ocurre, sí, pero, más allá, lo que pasa por su cabeza ante “la tempestad” que crece. “La vida / con toda su muerte”.

En la “terrible soledad”, en el “callar severo”, porque “el verbo es siempre de los vivos”. Y el sentir, “incomprensible”. Estar, “un exiguo fulgor”. “Ahí va mi padre, / tan sin vida”.

Al lado de los cuidados (“papá, niño mío”), los recuerdos. Sonidos, olores, lecturas. “La felicidad de entonces”. La luz de los veranos. “Estoy siendo tu memoria”. En un poema toma él la palabra: dicta su testamento. “Te parecerá que son poemas / pero es nada más que un llanto / que no acaba”, escribe. Y, ya en el epílogo, “solo la belleza y el amor nos salvan de lo irremediable”.